lunes, 9 de diciembre de 2013

No hay más memoria que la repetición.

- Oye, E., es que a veces me dan muchas ganas de no tener ganas de escribir todo esto que no puedo decir pero que necesito dejar escapar. 

- Supongo, César, que los que escriben como tú lo haces, también quieren callar, 
guardar silencio durante días, no escribir nada. 

- No es el hecho de escribir, es el hecho de no querer abrir ninguna puerta. Es como adentrarse en uno mismo y abrir ese cuarto que tenía mucho cerrado, luego entras y el polvo se despierta y toma forma de algo, algo que creías que habías olvidado, luego pierdo me pierdo en mí mismo un rato, E. 

Me pierdo y tardo mucho en encontrarme. 

- No tienes porqué preocuparte, todo lo que perdemos en algún sitio, inclusive nosotros mismos, terminamos encontrándolo en otro lugar pero con un nombre diferente. 
No te preocupes, César, porque no hay más memoria que la repetición. 

- Esta noche voy a escribir un poco, me gusta escribir por las noches ¿Sabes, E.?. Es entonces cuando me siento invencible, cuando creo que todo lo que estoy escribiendo me va a quedar tal cual como lo pensé. 

¿Te quedas a dormir? No quiero abrir las puertas si estoy solo, no importa que te quedes dormido, sólo no quiero estar a la merced del polvo sin nadie que me acompañe mientras lo esté barriendo. 

- Me quedo, no porque me lo pidas sino porque quiero.

- Gracias, E. 


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