miércoles, 7 de octubre de 2015

Y luego quiero escapar de todo y no puedo, ni siquiera yéndome. Quiero escapar de los lugares que estoy recorriendo y los recorro vacíos pero llenos de gente. Es raro ¿Sabes?, es raro hacerlo sin tu compañía, al menos tu mano me brindaba una conexión con el mundo, me sujetaba a él. Me anclaba a él. Me amaba él.

He decidido recordarte, a diferencia de las personas que deciden olvidar yo he decidido recordarte. De la mejor manera que me sea posible. Con tu sonrisa explotando en las mañanas, con tus caderas caminando por el pasillo, con tus labios mordiendo manzanas, con tu voz y tus i latinas, con tu mueca de niño y tus dedos largos. Con tu olor. Con la cicatriz de tu espalda.

lunes, 14 de septiembre de 2015



Me he limpiado los poros. De tu amor. En el olor de otro cuerpo. Me he lavado la cara en el dolor de sabernos perdidos, no de vista, pero si de corazón. Con nuestros sexos en la mano, cómo solíamos prometernos todo. Pactarnos un trato, sellarlo con un orgasmo.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Ajá

Pero a este hombre no le gustan las palabras.
Bueno él dice que no le gustan las palabras y yo pienso que es lo más hermoso que tenemos.

Transporte. Intensión. Ganas. Aviso. Amenaza. Entonces, palabras.

Entonces no sé qué haré con toda esta información que se me agolpa en la garganta y en la sangre galopando el torrente cada vez que lo veo.

No le diré que me parece la persona más linda de todas. Lo voy a besar. Voy a cerrar los ojos y lo voy a besar como si no hubiera lenguaje y tampoco hubiera palabras. Voy a dibujarle un "Me encantas" en un beso. "Me estoy enamorando" en el siguiente. "Me quiero ahogar en este mar", con los sucesivos. "No me dejes ir" en el de despedida.

No le contaré de su sonrisa fértil. Intentaré besarlo cuando se dibuje en su rostro y pensaré que sonríe, al menos en parte, al menos por mí. Ni le contaré del nido que ideas que hace su cabello, ni que quiero desbaratarlo y dejar que las ideas escapen.

Tampoco podré decirle que resulta todo un espectáculo escucharlo hablar, escoger, buscar palabras y acomodarlas en oraciones, lo bonito que se ve en su discurso. Tomaré su mano y sonreiré. Sentiré.

Desconfiguraré las letras, repetiré las palabras  hasta que pierdan el sentido o mejor hasta que adquieran uno nuevo, uno sin tipografías. Uno con piel, con bocas y olor. Sabor. Sensación. Ganas. Ganas hinchándose. Ganas respirándose. Ganas besándose. Ganas mirándose.

Y su mirada. Para esa sí no tengo palabras. Ni quiero. Ni sé. Ni intentaré describir. Aquí nada más cabe "Presenciar".

Presenciar. Escuchar. Besar. Sentir. Dejarse ir.

Ajá.

lunes, 27 de julio de 2015

Te amo ¿Sabes?

He regresado y aunque no te encontrado. He seguido resignificando todo mientras no estás, he cambiado tanto las cosas que probablemente para cuando vuelvas, la ciudad ya ni siquiera tenga el mismo nombre. Me he cambiado todo pero todo sigue igual ¿Gracioso, no?.

¿Y tú, dónde estás? ¿Volverás?

He, he... he de decirte que no te espero, pero que aquí estoy. También que te quiero platicar que sigo escuchando versiones de nuestra historia. Hubiera sido divertido recopilarlas todas y hacer un libro con todas ellas. La misma historia, el mismo tiempo pero con una perspectiva siempre diferente. Igual y hubiera sido un best seller pero tal vez me hubiera cansado al escribir la número 83. Y pues ya sabes, tres rondas de lo mismo o te embriagan o te enfadan.



Me estás sucediendo de nuevo ¿Sabes?.
Me estás seduciendo de nuevo ¿Sabes?.

Siempre vuelves y me detienes el corazón,
Siempre vuelves y me tienes, de corazón,
corazón.

¿Sabes?
Qué bueno que volviste, E., me estaba pesando el silencio de las madrugadas, a mí que me gusta mucho tu voz rompiendo la oscuridad de la habitación. Tu pecho resonando desde los adentros.

Me gusta cada que regresas, me gusta que vuelvas de improvisto y me recuerdes las sonrisas, los labios, los abrazos, la inmutabilidad del reloj.  Me gustan tus dedos que pareciera fueron hechos para una función específica. Tus uñas de especialidad. Tu ancla junto a la mía y encallar juntos hasta que sube la marea y la noche nos sorprenda con los zapatos mojados.

No sabía que tomaría tanto, la última vez que hablamos estabas por mí en la central de autobuses después de esa noche.  La noche en la que el miedo ya no cupo en la maleta y se tuvo que quedar en esa casa, en ese baño, en esa última amenaza. Llevabas puesta tu playera blanca en la que bordé flores y tú, un “Fuck you”. Perdón por no decirte hola y decirte “Fuck you”. Te quería besar pero veía las flores marchitas.

Y volviste, con una sonrisa más linda, con un rostro más cálido. Con unos labios. Con unos labios. Y esas manos que toman todo, que dan todo, que rompen todo.  

Y volviste con cigarrillos en el bolsillo. Muchos. Y la plática. Y las ganas. Y el no pasar del tiempo.

Qué bueno que volviste, E., ya sé que no te quedarás pero por ahora cuéntame algo que me gusta mucho escuchar tu voz que lo llena todo.

jueves, 18 de junio de 2015

Y luego te pienso. Lo hago en todas las lenguas que he aprendido a hacerlo y en todas las lenguas que has aprendido a tratar de olvidarme. Todas romances.

Y luego te pienso. Lo hago en todas las geografías en las que he estado y hasta los países a los que has viajado.

Te nombro, y pienso en esas tres personas que han muerto en mis manos y pienso también en tus ojos, tu mirada lo revive todo.

martes, 6 de enero de 2015

Hay que irnos a vivir a algún lugar transitorio e intangible, habitemos la sombra amorfa que dé la sombra de alguna obra de Antoni Gudí, por ejemplo.
Duermo contigo y me siento más vulnerable que nunca, siento que en tu cama despliego el mapa de mis miedos y tú me sitúas en el centro, furioso, vacío y gritándole a la nada.
Luego, hay los días en que pienso que esto es una guerra sin cuartel y pego mi pecho a tu lado de la cama, me dignifico pensando que todo será como nosotros pensamos que va a ser. Luego pienso en esta trinchera y pienso que no hay nada que me aterre más que las dudas que corroen y me acribillan en la distancia, más allá de todos los lunes que terminan en viernes.

Esto no es guerra ni mis piernas son trinchera y estoy seguro de que si tuvieras una foto impresa mía no la pondrías en la pared de tu guarida, ni estuviera gastada de tanto rezarla. 
César a veces entender nuestra vida juntos puede resultar muy difícil y lo entiendo.

Lo sé, es sólo que me gustaría encontrar una pauta o algo más que la acumulación de hábitos situacionales o por lo menos, mi querido E., un instinto que saque del arrebato de disociarme cuando no entiendo una situación ¿Te imaginas cuántas cosas se impriman en mi huella cerebral cuando hago eso?

No me las imagino pero supongo que queremos que la pauta o la huella nos empuje hacía cosas mejores. Una perspectiva tan optimista como ésta es el unguento más dulce cuando algo nos causa dolor. Pueden sucedernos cosas desagradables, pero al menos, vivirlas puede hacer de nosotros personas mejores.


Digamos que te alejas definitivamente hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio, en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mi, doliente, persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mi tu corazón inerte y sustancial, tu corazón de una promesa única
en mí, que estoy enteramente solo... sobreviviendote.

Después de ese dolor redondo y eficaz, pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia, ni que me atreva a preguntar si cabes,
como siempre... en una sola palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estas en mi noche, desgarrándome idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable de mi voz como niño, esa que no sabia.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza, no tener oración para morder,
no tener fe para clavar uñas, no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala, que retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla, como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de cenizas.

Esta tarde. Sin embargo yo daría, todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos, las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mi, tu corazón inevitable y doloroso
en mí, que estoy enteramente solo... sobreviviendote.



Mario Benedetti.

He llegado a Sonora, M., y no te extraño. No extraño que me engañaras, ni que intentaras matarte o que intentaras hacerme creer que querías matarte. Ni extraño que me hayas aislado socialmente, ni extraño tus mentiras, ni que me confundieras  tal grado de creer que era yo quién te estaba mintiendo. Tampoco extraño no tener nada que hacer todo el día más que esperar el golpe certero de tus inseguridades reflejadas en mi libertad.

No te extraño M. No te extraño ni te guardo rencor, ni siento lástima por ti. A veces siento coraje pero sonrío y se me pasa. No me mereces la pena, ni a mí; te mereces a ti mismo y te mereces... Nada, creo que  te mereces curarte de ti mismo. Pero no te extraño ni a ti ni a ese mal ensayado formato de amor que vendes.


 
 
Copyright © transitorial
Blogger Theme by BloggerThemes Design by Diovo.com