sábado, 11 de octubre de 2014

"Hazle caso a tu cuerpo, tu cuerpo sabe"

La piel nunca ha sido una buena armadura dentro de la cual uno pueda estar seguro, a final de cuentas sólo somos un cúmulo de carne y sangre dirigidos por una chispa mágica que llamamos alma. CHONSP lo aprendí cuando tenía ocho.

Soy Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Azufre y Fósforo, soy el ABC de la biogénesis… soy eso y una caldera de bacterias hirviendo que me consumen y me autorenuevan al microsegundo, todo mientras escribo esto y todo mientras tú lo lees, somos cómplices en esta vida de la vida misma, pero somos cómplices en esta vida de nuestra muerte; si pudiéramos prestar atención y separarnos de nuestro cuerpo y su fisicismo podríamos (literalmente) vernos morir, desaparecer, desintegrarnos ¿Pero sabes qué sucede? Sucede que el cuerpo no sabe de nosotros mismos, el cuerpo es un ente aparte que habita la dimensión paralela a la nuestra, habitamos la biogénesis mientras la nada que nos sostiene se disuelve en más nada.

“Hazle caso a tu cuerpo, tu cuerpo sabe” es lo que siempre me digo a mi mismo cuando no sé qué hacer, le dejo la responsabilidad a un ente que ni siquiera habita la misma dimensión que yo y le doy todo el poder de decidir por mí ¿Cómo sucede? sucede en el silencio, su biogénesis y mi nada; se unen en uno y entonces sucede lo que yo llamo vida, brota de algún lado y va llenando toda la nada que yo creía vacía y me habla mientras me inunda de una continental realidad, me dice cómo se siente la carne, cómo se siente la sangre, cómo se siente todo lo que no es nada y es algo… y me hiere, no me corta en la carne sino que me corta en la nada, no es bueno ni malo, sólo es más profundo.

Le hago caso a mi cuerpo y mi cuerpo me hiere la nada, le desangra la vida, la inunda. Le hago caso a mi cuerpo y mi cuerpo decide por mi y por él morir en la aceptación, y yo soy testigo, y tú eres testigo. El cuerpo sabe.  

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