viernes, 13 de septiembre de 2013

Él es un hombre que necesita atención.

... volviste (o mejor dicho, te hice volver), no sé a dónde te habías ido ni en qué lugares estuviste en estos días, pero te hice volver, en una forma muy egoísta te hice volver. Lo digo así "Te hice volver", repitiéndolo para mi mismo para convencerme (o convencerte de que ésto lo ocasiono yo)  porque no encuentro otra forma de deslindarte de toda responsabilidad, quiero tomar toda la culpa, quiero asumir todas las consecuencias, quiero eximirte de este pecado, para que puedas marcharte ligero cuando quieras.

Se me hace fácil volver al punto de encuentro con sólo un "Hola", desbaratarte los planes e ilusiones que pudieras tener y volver a prometerte la vida juntos y jurarte amor eterno, hacer que los abandones todos para tomar la bandera de las promesas que nos hacemos, navegar nuestros mares imaginarios y conquistar nuestras tierras, reclamarlas como nuestras, cómo si siempre nos hubieramos pertenecido uno al otro. 

Quisiera decirte que eres mi círculo vicioso, tú y la promesa de tus caderas desnudas deambulando a contra luz por mis ventanas, por mis pasillos; que mientras corro por las tardes te imagino a ti corriendo por las mañanas, que imagino que tu respiración se iguala con la mía y nos baja el mismo sudor por las cienes y la espalda. Qué nos recorremos debajo de las ropas, que nos recorremos debajo de la piel que corremos uno en la sangre del otro que de esa forma penetras en mí, que de esa forma me inchas todo lo que mi cuerpo permite inchar y que luego me vacías. Me sangras. 

Estoy harto de siempre encontrarnos con la promesa de la renunciación, ése es nuestro punto de encuentro... la renunciación, a nuestras vidas en separado para iniciar una juntos, cómo la queremos, cómo la soñamos, cómo la pensamos construir, una al lado de la otra y avanzando al mismo ritmo, tomadas de la mano. Con nosotros recostados en la misma habitación viendo el mismo techo, tomando la mano del otro, leyéndonos todos los poemas que nos escribimos, dibujándolos en nuestras espaldas. 

No sé que más atención quieres que esto. No sé que más atención quieres que mi energía enfocada a ti y a ese 8 de Marzo a nuestros cuerpos invadiendo el del otro. 


 
 
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