- ¿Pero
hoy?
-
Hoy
es hoy, no tengo nada más, a nadie más… más que a mí.
Hay días
que se sienten pesados, que me recae sobre el cuerpo todas las necesidades, me
pesa el olvido, me pesan las ganas, me pesan los besos que voy acumulando y que
no te he dado, la vida, las piernas, el semen, la saliva y demás fluidos.
Me pesan
tus ausencias y todo lo nuevo que no he dejado entrar en mi vida y que he
dejado que se acumule en la puerta esperando que le deje entrar, esperando ser
acomodado en algún lugar que yo estoy ocupando con algún recuerdo. Esto no
puede ser sano, no de ninguna forma.
Hoy soñé
contigo y soñé que hablábamos y que me disculpaba contigo, me disculpaba por
cosas que no tendría por qué disculparme pero cosas que a final de cuentas habría
que dar una disculpa, no sé si de tu parte o si de la mía. Una disculpa. Una explicación
lógica y razonable. Pero… ¿Y hoy?
Cuando era
pequeño recuerdo a mi papá comprando un coche, me hizo ver la línea de la
carrocería en cierta perspectiva desde la que se notaba cierta imperfección y
me dijo…
- Un
Coche que ya ha estado en un accidente nunca volverá a ser igual ¿Alcanzas a
ver esta línea un poco irregular? (señalando los puntos en la línea).
-
Sí.
-
Un
coche que ha estado, antes, en un accidente nunca volverá a ser igual ¿Tú que
piensas?
-
¿De
qué? Para mí, todos los coches son iguales, papá.
-
No,
vuelve a mirar la línea ¿tú que piensas? ¿Este coche fue el que dio el golpe? O
¿Fue el que lo recibió?...
Mi sonrisa
es una línea irregular y esta mañana he terminado pensando en todos los golpes
que he dado y los que mi sonrisa ha recibido.
Pinche día,
pinches ausencias que andan llenándolo todo.
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