lunes, 25 de febrero de 2013
Encuentren a alguien.
Encuentren a alguien que se enamore de su cara triste, de su sonrisa cansada, de sus estrías y de sus silencios, de su cabello por las mañanas, de su cuerpo imperfecto y desnudo con la luz de la habitación encendida. Encuentren a alguien que se enamore de los callos de sus manos, que sepa cuantos lunares tienen en el brazo derecho. Encuentren a alguien que les quiera besar los ojos cuando estén llorando y les platique cosas en los labios cuando estén sonriendo; alguien que los mueva, que los motive.
Alguien que quiera bañarse bajo la lluvia con ustedes, que quiera compartir el café de las mañanas, que los escuche quejarse, sin quejarse.
Encuentren a alguien que los ame imperfectos, rotos, alguien que los complemente y que no necesite de ustedes para ser feliz, que sea feliz por si mismo y que disfrute compartir esa felicidad con ustedes.
Encuentren a alguien, pero primero encuéntrense ustedes mismos. Gústense con cara triste y lavada, sonrisa cansada, gústense con sus estrías y cuerpos imperfectos, gústense llorando y disfrútense en todas sus versiones.
Sepan que no necesitan de nadie para ser felices. Que la felicidad está ahí, para compartirse con los demás.
Encuentren a alguien a quien tomar de la mano para enfrentar los lunes y sus golpes de realidad, de rutina, de trabajo.
martes, 12 de febrero de 2013
La plática y la sonrisa.
Algo tengo
con las personas que se llaman Eduardo, al último lo conocí por coincidencia,
le tenía un recelo al nombre por el hecho de un bonito amor que dejo mal sabor
al final. Y ahí estábamos yo y Eduardo, el tercero (¿El de la vencida?); él
expuesto ante el público y con la cara roja de vergüenza, y yo, escondiéndole el
rostro en mi cuello; no hubo palabras, no nos conocíamos antes ni habíamos cruzado
palabra alguna, sólo nos encontramos en el momento justo y desde entonces nos
amamos, por increíble que parezca, nos amamos. Te amo mientras todo esto dure,
me dijo ayer. Te amo, le contesté.
Hablamos de
la imposibilidad de tenernos, la alegría de encontrarnos y la rara felicidad de
idealizarnos… de sabernos.
Octubre te
dije yo, la muerte y la distancia, dijiste tú.
Te amo me
volviste a decir, sin preguntas, sin titubeos, sin rodeos, natural cómo el día que nos conocimos y empezamos a
amarnos. Soy el amor de tu vida respondí cuando preguntaste ¿Quién eres tú? Eres
el amor de mi vida, dijiste tú.
Te amo. Es
una frase fuerte y entiendo que no nos amamos en un plano apto para mentes
cuadradas, nos amamos en nuestra imposibilidad, en nuestra posibilidad, en
nuestros fuéremos, fuimos, seríamos. Te dije que sonreía y me dijiste que me
casara con el dueño de mis sonrisas.
Cásate
conmigo.
Te amo.
sábado, 2 de febrero de 2013
Ejercicio de escritura #1. Primer intento, segundo acercamiento.
No te
vayas, no te muevas… empieza a escuchar tu cuerpo; me digo a mi mismo cada vez
que despierto y voy tomando conciencia de mi cuerpo. Me doy cuenta que estoy
respirando de nuevo y que este es un nuevo día, cualquier otro hubiera decidido
no vivir y solo seguir muriendo
- ¿Pero
hoy?
-
Hoy
es hoy, no tengo nada más, a nadie más… más que a mí.
Hay días
que se sienten pesados, que me recae sobre el cuerpo todas las necesidades, me
pesa el olvido, me pesan las ganas, me pesan los besos que voy acumulando y que
no te he dado, la vida, las piernas, el semen, la saliva y demás fluidos.
Me pesan
tus ausencias y todo lo nuevo que no he dejado entrar en mi vida y que he
dejado que se acumule en la puerta esperando que le deje entrar, esperando ser
acomodado en algún lugar que yo estoy ocupando con algún recuerdo. Esto no
puede ser sano, no de ninguna forma.
Hoy soñé
contigo y soñé que hablábamos y que me disculpaba contigo, me disculpaba por
cosas que no tendría por qué disculparme pero cosas que a final de cuentas habría
que dar una disculpa, no sé si de tu parte o si de la mía. Una disculpa. Una explicación
lógica y razonable. Pero… ¿Y hoy?
Cuando era
pequeño recuerdo a mi papá comprando un coche, me hizo ver la línea de la
carrocería en cierta perspectiva desde la que se notaba cierta imperfección y
me dijo…
- Un
Coche que ya ha estado en un accidente nunca volverá a ser igual ¿Alcanzas a
ver esta línea un poco irregular? (señalando los puntos en la línea).
-
Sí.
-
Un
coche que ha estado, antes, en un accidente nunca volverá a ser igual ¿Tú que
piensas?
-
¿De
qué? Para mí, todos los coches son iguales, papá.
-
No,
vuelve a mirar la línea ¿tú que piensas? ¿Este coche fue el que dio el golpe? O
¿Fue el que lo recibió?...
Mi sonrisa
es una línea irregular y esta mañana he terminado pensando en todos los golpes
que he dado y los que mi sonrisa ha recibido.
Pinche día,
pinches ausencias que andan llenándolo todo.
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