lunes, 11 de noviembre de 2013

Muy de ésos cómo tú, tú que me estás rompiendo.

Tú: -Es que tú eres muy de ésos, cabroncito.

Yo: -Muy de ésos ¿Cuáles?.

Tú: -Ésos que rompen a la gente.

Yo: (...). 

Él: -Pero no de ésos que uno prefiere que te chinguen desde un inicio para desilusionarte al primer intento y seguir adelante, eres de ésos que espera paciente por horas detrás de la esquina para sonreír casualmente cuando uno da vuelta y se topa contigo. Casualmente.

¿Qué loco no? Así eres tú, tienes una maestría en robarte la rutina de todos y esconderla en tu sonrisa, vaya, ni si quiera en tu sonrisa, la más linda que he conocido... lo acostumbras a uno a sonreír, a ir y venir con esta mueca rara que te deforma la cara en algo lindo, te conviertes en motivo, en razón, en pretexto. Lo inundas todo, lo confías a uno. 

Te apoderas de uno. Te empoderas en uno. 
(...)

Lo metes a uno a un cuarto y apagas la luz, le enseñas a uno a conocer tu cuerpo a oscuras, a tientas, a sólo sentir, a sólo sonreír aunque nadie lo ve. A sentirse seguro en tu presencia, a creerlo todo posible y sobre todo que a tu lado uno es invensible.

En ese momento con la luz apagada le sueltas la mano a uno, desapareces en una sombra de la que ya no sabe uno como regresar, en medio de una sombra que uno no sabe como llegó ahí. 

Ahí lo dejas a uno. Qué ojete eres, me hubieras roto cuando nos presentaron mintiendo al decir que no te gustaba leer, me hubieras roto fingiendo que no sabías de música, me hubieras roto con una cara seria, me hubieras roto al principio no aceptando ningún café. Chingas a tu madre, César. Tú y tu descaro de sonreír, con la boca, con tu sexo, con tus formas y chingado sonreír. 

Maldito tú que te escondes detrás de todas mis esquinas, doy vuelta con miedo de encontrarte sonriendo, cómo siempre. Me has heredado este miedo. 

Chingas a tu madre, cabrón. Tú, tú que me estás rompiendo. 

Yo: Adiós. 

0 comentarios:

 
 
Copyright © transitorial
Blogger Theme by BloggerThemes Design by Diovo.com