Algunas voces esconden perversas intenciones. Las miradas tampoco las revelan, ni la piel, ni los olores. Pero El aire que me falta me lo han quitado tus manos, mientras me abandona la vida viene a mi memoria la vida misma en los años juntos encuentro más razones para santificarte que para dudar de ti. Para descubrirte culpable, la idea de que el hombre es por naturaleza bueno tuvo que huir. No. Para descubrirte capaz de maldad hube que morir en tus manos.
miércoles, 30 de mayo de 2012
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